Escribo y por acto reflejo borro. Toda mi superficialidad y mi ambición se hacen presentes en mi mente como queriendo comerse los pocos rastros de profundidad y lucidez que puedan quedar. No estoy triste, creo que hoy tengo todo para estar -bien- (solo esos típicos problemas de adolescente como el “no me da bola” y el “estoy gorda”).
Creo más que nunca en que soy afortunada por tener lo que tengo. Mis amigas que puedo contar con los dedos de ambas manos gracias a Dios. La posibilidad de seguir entrenando y superándome en lo que más amo. Una familia, con todos sus inmensos defectos y virtudes.
Pero siempre hay algo que falta. Cuanta boludez junta que tengo. Cuanta huecada.
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