
Pero hoy, justo hoy ese interrogante para mi tiene otro fin. No quiero pucheros ni peleas, solo entendimiento y claridad. No quiero besos y abrazos excedidos-los necesarios-, solo busco quietud y estabilidad. Porque me debilitan las peleas, los ambientes viciados de malestar y tensión, porque odio los malentendidos y porque una vez más paso horas pensando que decir para que al final solo se me dibuje una sonrisa por tu presencia, tu oído dispuesto a escuchar, todo lo que hace que solo diga “me confundís”.
Llego a casa, me acuesto en mi cama muerta, pongo el despertado para solo dormir una hora y en esa hora solo miro el techo e imagino, pienso, recreo momentos y dibujo cada detalle de mi utopía tan lejana, ya que solo en mi mente existen todos esos momentos, todos esas minuciosas frases que nunca voy a escuchar salir de tu boca. Solo allí existe mi admirable valentía de deducir lo que siento, de tener una corriente de exteriorización, de expandir mis pensamientos y todas mis ideas relacionadas con lo que soy, lo que sos, lo que somos.
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