BIENVENIDA A LA ERA DE LA PERDIDA DE LA INOCENCIA .
Nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables .

martes, 24 de enero de 2012

¿Quien habría sabido que agridulce podría saber?

“Expandamos la mente”, no recuerdo si lo dije en alguna oportunidad pero así se llama el archivo de Word (en mi antigua computadora o de’ la casa de papá’) donde descargo todos mis problemas, ideas y saco mis conclusiones intentando ‘vaciarme’ –sacar ese revuelo de cosas que me dan vueltas-.  Improvise ese nombre, no es muy brillante, me refería a la idea de que fluya la imaginación con el teclado –esa imagen se me hiso presente en la cabeza-.
Empiezo a escribir, sin sentido (suelo hacerlo) algo relacionado con miradas, logros y palabras.
 Creo que por el hecho de sentirme tan frágil en una sociedad basada en lo superficial y la falsedad (relaciono estos dos temas porque nadie es como se muestra en todas las putas redes sociales que hoy son tan indispensables y adictivas para todos los adolescentes). Porque tengo siempre la mala costumbre de mostrar que tan buena soy en todo, cuando en realidad soy sumamente mediocre simplemente por no aceptarme y querer que me acepten mostrándome (de a momentos) totalmente plástica y adaptable a lo que quieren ver. Odio decepcionar más que las sonrisas hipócritas, como si fuera posible caerles bien a todos.
Otro tema: estoy harta de ser tan abierta a opiniones, de soportar tantas cosas y nunca quebrar. Me sacan las personas que no van de frente ¿Qué pasa que nadie habla? ¿Tanto miedo hay de ir de frente después de estos años?”Acá todas se sacan mano Luli, una se enoja y se va a caminar con otra y habla, después la otra vuelve y se va con otra y así”, seguido de una risita, me destruyo mi día  que hasta ese momento venia bastante bien -sacando dolores menstruales y un preocupante dolor de panza que me sigue desde hace bastante tiempo-.
 Me da más bronca mi actitud de hacerme problema mientras se pasa por alto como si fuera normal hablar mal de tus amigas cuando no están. Me quemo la cabeza pensando que dirán de mí, como si yo ya no conociera mis defectos.

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